To confess means to aknowledge. There is a double acknowledgment in the act of asking and of accepting forgivenness. The sacrament of confession can be called a sacrament of self-knowledge. We re-discover our own self both as sinner and as forgiven. We discover a new self, when going out of our self-deceiving attitudes, while at the same time we discover a new self in the awareness of being healed, forgiven, and loved. The Buddhist enlightenment, as awareness of one‘s Buddha-nature can be related to the Christian experience of original grace. That is why in the integration of the ignatian spirituality with the contemplative experience of Zen, both contrition and thankfulness are inseparable in the First week of the Spiritual Exercises.
Confesar quiere decir reconocer. Reconocemos la misericordia divina, que nos infunde confianza para confesar ante ella la propia vida vulnerada y necesitada de perdón. En este reconocimiento de sí mismo, como pecador arrepentido y perdonado, se articula la antropología del animal vulnerable con la espiritualidade de la criatura reconciliable. Ambas están ancladas en el reconocimiento de sí mismo en lo profundo de la propia interioridad agraciada, herida y sanada. Coincide esta espiritualidad cristiana con la del camino del bodisatva en el budismo Mahayana, que vive el arrepentimiento como reconocimiento de sí mismo en la contemplación y la compasión. En la integración del Zen con la espiritualidad ignaciana este reconocimiento de sí se expresa en la vivencia simultánea de contrición y gratitud en la Primera Semana de los Ejercicios.